Se cerró la puerta
y se hizo el vacío
las copas en la mesa pierden su brillo,
los pájaros caen muertos
pintados en las paredes,
la flauta del fauno ha quedado muda,
y muda su gesto
una aséptica luminaria de quirófano
el fantasma del lugar
vuelve a su dolor egoísta,
devora todos los salones
su mueca retorcida,
pinta su cadáver
la sombra en polvo en los rincones
en las cornisas, en los peldaños
en las columnas
como los vencidos,
sólo a ti te dejamos,
amada mujer japonesa,
sueño tus tormentos,
si, por favor, solamente pudieras
cerrar los ojos.
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